miércoles, 14 de septiembre de 2016

MI MÚSICA EN TMB.


MI MÚSICA EN TMB

Emulando a ABBA y su cancón THANK YOU FOR THE MUSIC. .. quiero dar las gracias a las canciones que transmiten emociones…

Emociones, y no gratas, es lo que me hace sentir el transporte público.

Cada día de todos los días los usuarios de los transportes públicos nos enfrentamos a la misma tortura.

La risa que me da cuando promueven el transporte público. JA.

Empezaron hace unos años por ir quitando líneas de autobús, ya sabes, nosotros pagamos y ellos nos quitan servicio. Lo normal. Grrr.

Y no queda ahí la cosa;  luego les han cambiado la numeración. Imagínate. Toda la vida cogiendo el 73 y ahora es el H4. Y para qué? Horizontal y vertical? Y a nosotros qué más nos da! Sí, sí, que nos dicen que ponen más. MENTIRA.

Luego nos quitan paradas. Para agilizar la fluidez? En hora punta hay unas colas en las paradas que quitan el hipo. Con lo cual, cuando para el autobús, se queda quieto hasta que se llena. Ala. Diez minutos más.

Ah. Y otra cosa. Por experiencia propia. Vas a una parada, ves los autobuses que van a tu destino y coges el primero que llegue. Pero AYYYY. Como ahora están los H y V, de éstos tenemos mil que resulta que no van donde iban antes, y los otros que no tienen letra delante han sido olvidados y pasan cada media hora. Y atentos! Resulta que son precisamente los que la gente más coge. Triste ¿no?

El usuario es ignorado, despreciado y olvidado. ¿Cómo no?

En mi caso he de coger metro y autobús para llegar a mi destino. Hora y cuarto de suplicio.

Y podría hacer trasbordo, pero al llegar al andén del susodicho me encuentro con que hay tantísima gente que he de esperar dos o tres trenes para poder entrar. Eso si tengo suerte, con lo cual ya he desistido.  Así que bajo del metro, voy a la parada del autobús (que hace recorrido por una de las arterias de mi ciudad y que siempre está colapsada por el tráfico), me  espero en la parada, en el mejor de los casos unos diez minutos a que llegue, no uno, sino dos o tres autobuses del mismo número que se han ido atrasando y han coincido, y subo.

Ahí empieza la odisea autobusera.

Menos mal que llevo puestos los cascos y me relajo con la música, sino más de un día estallaría.

Como he dicho antes, cuando consigues subir al autobús te encuentras con que está  tan a rebosar que no puedes llegar ni a picar el ticket. Hay que esperar  a que el autobusero, con voz diligente, grite a lo bestia: TIREN PARA ATRÁAAS.

Y de risa, ahora se ha puesto de moda que en ciertas paradas hay dos señores uniformados que se dedican sola y exclusivamente a vigilar si el autobús está lo suficientemente lleno como para que, cuando te dé una lipotimia (que te dará) no te caigas al suelo. Y los ves que van oteando por cada puerta a ver si hay huecos libres. Entonces te empujan, verbalmente, claro; a que circules. Ya sabes, si hay huecos y caes al suelo  a TMB le cuesta una reclamación, mientras que si está hasta los topes no hay posibilidad. Los pobres usuarios nos aguantamos los unos a los otros.

Y tras una larga agonía de un recorrido que podría durar diez minutos y dura cuarenta, de tener que estar como sardinas en lata, aguantando olores, empujones y toda clase de historias que casi todos hemos sufrido, doy gracias a mi música, que me aísla del día a día.

Oh. Sí. Doy gracias a la música porque si no creo que me hubiera vuelto una asesina en serie!

A los que me veis.   Vigilad que lleve cascos!

M. Elena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario